ECOSISTEMAS DE AGUA DULCE
El agua es otro de los grandes condicionantes de la
naturaleza, no sólo por su necesaria presencia sino también porque modifica la
topografía o irriga y distribuye nutrientes. En las zonas frías el agua agranda
año a año las grietas, arranca piedras y causa deslizamientos producto de su
congelamiento y dilatación; cuando hay nieve y avalanchas, el enorme peso es
capaz de hacer desprender grandes rocas y de arrastrarlas hasta los valles.
El agua dulce no representa más que un 3% del agua total del
planeta, el resto es agua salada; al principio el agua dulce es muy pura,
conteniendo solo un poco de oxígeno y de monóxido de carbono absorbidos del
aire; pero a medida que avanza por los ríos, va ganando primero en minerales
provenientes de las rocas de su camino y luego partículas orgánicas,
provenientes de las aguas de lluvia que se las arrancan a los bosques y a las
praderas, o de las propias plantas que habitan en su lecho, ambas necesarias
para la vida animal.
El continuo correr de las aguas de río, muchas veces
turbulento, ha hecho que los animales fluviales deban adaptarse a dichas
condiciones: muchas larvas han tenido que desarrollar ventosas, redes y ganchos
para permanecer junto a las piedras y no estar en permanente caída hacia el
mar; pero la corriente también tiene ventajas: no es necesario desplazarse para
conseguir alimento, pues éste está contenido en la corriente.
Los ecosistemas de agua dulce son cuerpos de agua dulce como
ríos, lagos, pantanos. Se diferencian de los ecosistemas marinos por que éstos
tienen una alta concentración de sales.
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